Recuerdo el viaje que hice en abril de 2009 con mi novio a las islas Bora Bora. Los dos estábamos muy emocionados por ese viaje tan especial porque lo hacíamos una semana antes de casarnos.
Con las maletas ya facturadas fuimos a comer algo antes de que nos llamasen por megafonía a los de nuestro vuelo para embarcar. No habíamos terminado apenas de desayunar nos llamaron.
Fuimos andando un poco rápido porque estábamos eufóricos por llegar ya. Embarcamos y nos colocaron en unos asientos que parecían muy cómodos, en 1ª clase.
Nos sentamos y nos pusimos a hablar sobre lo que haríamos nada más llegar, que sería darnos una duchita juntos e ir a comer algo si teníamos hambre. El vuelo se hizo largísimo, pero por fin llegamos a nuestro destino.
Cogimos nuestras maletas del aeropuerto y salimos a buscar nuestra cabaña, porque allí es todo muy rural.
Después de una buena caminata llegamos a la habitación, ¡era preciosa!. Nos habían colocado pétalos de rosa encima de la cama y velas alrededor. Entonces lo primero que hicimos fue ir a la cama. Cuando terminamos fuimos a darnos una duchita porque hacía mucho calor.
Después de asearnos fuimos a comer algo, y después a la playa, donde solo estábamos nosotros dos. Empezamos a hablar de la boda, de cuánto nos queríamos, de lo especial que eramos el uno para el otro. Cuando nos quisimos dar cuenta ya era de noche.
Los días siguientes fueron casi iguales, pero muy especiales.
El sexto día llegó la hora de irnos, fuimos al aeropuerto y volvimos a casa con mucha mas ganas de casarnos. La sorpresa, cuando llegamos a casa, fue que ¡estaba embarazada!
Fue un viaje precioso y el hijo que tuvimos también. Ahora estamos esperando para repetir el viaje.
Fuimos andando un poco rápido porque estábamos eufóricos por llegar ya. Embarcamos y nos colocaron en unos asientos que parecían muy cómodos, en 1ª clase.
Nos sentamos y nos pusimos a hablar sobre lo que haríamos nada más llegar, que sería darnos una duchita juntos e ir a comer algo si teníamos hambre. El vuelo se hizo largísimo, pero por fin llegamos a nuestro destino.
Cogimos nuestras maletas del aeropuerto y salimos a buscar nuestra cabaña, porque allí es todo muy rural.
Después de una buena caminata llegamos a la habitación, ¡era preciosa!. Nos habían colocado pétalos de rosa encima de la cama y velas alrededor. Entonces lo primero que hicimos fue ir a la cama. Cuando terminamos fuimos a darnos una duchita porque hacía mucho calor.
Después de asearnos fuimos a comer algo, y después a la playa, donde solo estábamos nosotros dos. Empezamos a hablar de la boda, de cuánto nos queríamos, de lo especial que eramos el uno para el otro. Cuando nos quisimos dar cuenta ya era de noche.
Los días siguientes fueron casi iguales, pero muy especiales.
El sexto día llegó la hora de irnos, fuimos al aeropuerto y volvimos a casa con mucha mas ganas de casarnos. La sorpresa, cuando llegamos a casa, fue que ¡estaba embarazada!
Fue un viaje precioso y el hijo que tuvimos también. Ahora estamos esperando para repetir el viaje.
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