No era para menos: había sido inventado en plena Guerra Civil por Alejandro Finisterre, el futuro editor del poeta León Felipe. Lo puso a punto en un sanatorio que acogía a niños mutilados, con el propósito de ayudar a su rehabilitación: ya que no podían jugar al fútbol de verdad, al menos practicarían esta variante de mesa. En circunstancias normales, con un invento así se habría hecho de oro. Pero no durante la durísima posguerra franquista. No tuvo oportunidad de reclamar su patente. Se trataba de un rojo, de un vencido. Ya en el exilio, Finisterre pudo haber hecho un gran negocio en EE UU; pero se negó cuando supo que, para ello, tenía que llegar a acuerdos con la Mafia.
viernes, 19 de noviembre de 2010
Historia de futbolin.....
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¿El futbolín es español?
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